"Mi corazón se encuentra donde mi danza esta... y ese es el lugar de mi alma... mi hogar"
Maria Piedad

domingo, 28 de septiembre de 2008

Encontrar e identificar nuestra Identidad


Es muy subjetivo pensar que la danza es un movimiento universal y que por ende, como la mayoría de las cosas en este mundo que tiende a la globalización, debe ser hegemónica y unificada.

Existe una técnica que se ha venido desarrollando hace más o menos cuatrocientos años y una codificación que empezó en 1661. Pues debemos valernos de ella, pero esto no implica que asimilemos el estilo de interpretación o forma estética europea, ya sea para el Ballet o la Danza Contemporánea.

Muchas veces hemos llevado a escena los llamados "Grandes Ballets" en nuestro país, como lo son Don Quixote o Cascanueces, sin recavar o indagar más profundamente a qué circunstancias socio -económicas y de pensamiento correspondieron la creación de estas coreografías. Cómo referencia histórico-artística, son muy útiles, pues constituyen el legado común internacional del cual ha provenido la educación que hemos recibido la mayor parte de quienes laboramos en la Danza. De igual forma, en el lado contemporáneo, los estilos impuestos por Graham, Limon, Cunningham, Bausch, Forsythe, Bejart, Eks, Kylián, Duato, etc. son tan presentes en las salas escénicas, cayendo muchas veces en una imitación pobre.

El Ballet surgió en Europa como un divertimento de la corte y los nobles, y sería muy extenso profundizar aquí sobre todas las circunstancias que precedieron y acompañaron su desarrollo, así como las de la Danza Cotemporánea, que fueron reacciones al canon estético clásico, también afloradas en sociedades ajenas a la nuestra como las del viejo continente y Estados Unidos.

Pero en América la historia es otra, mucho más en Ecuador, donde independientemente del colonialismo castellano que trató de homogeneizarnos, tenemos una diversidad de pueblos ancestrales tan amplia como nuestra flora y fauna. Por lo tanto la danza, su concepto y cosmovision son muy disímiles. Y mayor distante aún es el deseo de la sociedad criolla y mestiza (que se enraizó en nuestras latitudes), quienes por la ignorancia y poca educación de sus ancestros (los primeros castellanos que arribaron a nuestras tierras en la conquista), no supieron valorar el maravilloso encuentro cultural del cual eran testigos. Así, por evocar una mal llamada superioridad, trataron de emular cánones estéticos y artísticos de Europa, cayendo en una vorágine tragicómica. Tal vez las palabras son cortas para describir esta sensación de ridículo, pero una película lo describe bien "Fitzcarraldo"; más allá de los valores de fe y autodeterminación que proyecta, nos refleja lo burlesco y abrasivo que constituye querer forzar una cultura dentro de otra.

Bien, sin más palabras, lo que sugiero a quines nos dedicamos a la danza escénica, es buscar urgentemente un estilo (o varios) nacional de danza, que plasme nuestra cultura, valores, deseos y aspiraciones, entendiendo que somos una sociedad multicultural, no sólo mestiza, pues convivimos con pueblos indígenas, afroecuatorianos y montubios. Y al decir nacional, no quiero decir único, hegemónico, ni mucho menos, sino Ecuatoriano 100%. Esto muy independiente de la danza autóctona (que más que flolklórica es ancestral), de cada uno de nuestros pueblos y nacionalidades; danzas que a mi criterio deben ser estudiadas y catalogadas meticulosa y sistemáticamente, a fin de que no desaparezcan, se rescaten y fortalezcan, para el disfrute y desarrollo artístico nuestro, y de las nuevas generaciones.

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